En plenas fiestas carnavaleras, mientras hace de las suyas la Reina Mela Sua (así se llama La Reina del Carnaval de este año en Terrassa), empezamos la semana posteando una cancioncilla que quizás muy poca gente en este país todavía recuerde, algo bastante probable dada la poquita memoria histórica del españolito medio para lo artístico-musical. Fue compuesta originalmente por el dominicano Juan Luis Guerra unos años antes de desembarcar en nuestro pais con su peculiar “lluvia de café” en los años 90, pero la voz que la trajo a los oídos españoles a principios justo en esa década, fue la de todo un galán dentro y fuera de los escenarios: BERTÍN OSBORNE.
Este personaje por derecho propio bien puede encarnar el ideal de hombre del Renacimiento moderno, por los campos que toca y ser una figura de éxito: se casó con una bellísima Sandra Domecq (1953-2004), también proveniente de una célebre familia de viticultores, con quien tuvo a tres bellezones de hijas (años después, tras fallecer su esposa, repetiría matrimonio y paternidad con la modelo Fabiola Martínez, quien le ha dado dos hijos más antes de cumplir los 60). Es músico y presentador de TV y eventos, deportista nato, y hasta fue actor de culebrones en México tiempo atrás, pero también es empresario de vinos por tradición familiar, y hasta pone cara a sus propios productos de alimentación, igualito que el legendario actor Paul Newman (1925-2008) con su marca “Newman’s Own” de salsas y aderezos para ensalada en Estados Unidos.
Por otro lado, una celebridad como Norberto Juan Ortiz Osborne (nombre real) sabe, por saber, hasta levantar sarpullidos. Me refiero a sus recientes declaraciones opinando acerca del popular Movimiento 15-M y los Indignados. Tampoco ignoramos su acercamiento a ciertos medios “neocons” como Intereconomía TV, donde ha dejado perlitas sobre la presunta amenaza separatista catalana que, según el propio Bertín, supone que en Catalunya se prohibieran por ley las corridas de toros, o de cómo, si los catalanes seguimos en este plan, vamos a acabar prohibiendo la paella (sic). Y viendo cómo está el patio, decido pasar por alto cualquier polémica y quedarme con su vertiente artística. Para un servidor, la mejor etapa artística de Bertín Osborne fue aquella en la que presentaba “Contacto Con Tacto” en Telecinco, pasándose el guión por el forro, riendo sin parar y siendo, en suma, él mismo; o cuando seducía a todo un país con el “Mirada Fundepiedras Power” de sus ojos verdes mientras se untaba paté La Piara en una rebanada de pan. Entre los 80 y los 90, sonaban canciones suyas como “Isla Tropical”, “Sueño de Amor”, “En Soledad”, “Absurda Melancolía” o este “Me enamoro de ella”.
Típica historia de polos opuestos que el amor atrae, originalmente es un merengue que se puede tocar más o menos acelerado. La versión de Bertín, en cambio, tiene unos arreglos y un groove que tira más al pop adulto de EE UU : en efecto, los vientos desaparecieron y fueron cambiados por sintes, pero se conservó el espíritu latino original gracias a la percusión junto a la batería.
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