Me siento felicísimo de haceros saber que esto que leéis son las primeras líneaals que escribo ya como ciudadano de pleno derecho de la ciudad holandesa de Tilburg: tras un año y pico de no poco sufrimiento, he conseguido una casa bastante más espaciosa y he decidido desvincularme de la agencia de trabajo que hasta ahora me habia estado alojando. Incluso si esta mudanza me ha supuesto tener que dejar mi empleo de ocho horas diarias como almacenero que no he podido mantener por cuestiones puramente logísticas una vez instalado en la nueva ciudad (contratiempos relativos a la compra-venta de un coche propio para desplazarme), me siento entusiasta ante lo que esté por venir. Este estado incluye un modo mental de "back to school" relativo a que quiero (también por motivos profesionales) arrancar en serio con lo de aprender neerlandés. Naturalmente, os iré dando señales de esta y otras aventuras nuevas tanto por aquí como por mis redes sociales.
Hoy hace un año que supe de la marcha a otra vida/dimensión/barrio/mundo de mi "sax hero" DAVID SANBORN, y he pensado que un buen homenaje de fan a ídolo en este primer aniversario sin él en este mundo va a ser acercaros una faceta que sólamente los "fans fatales" del.instrumentista conocemos. El "innovador del saxofón alto" (así lo calificó la editorial Aebersold en su famosa serie de libros de partituras) se atrevió en modo testimonial con algo que casi ningún instrumentista de jazz de su generación y estilo se atrevió: cantar.
Tras su segundo elepé, y a consejo de su último productor de turno Phil Ramone (responsable de afianzar el éxito de Billy Joel y de mantener la buena estrella comercial de Barbra Streisand en los 70), el músico introduce algunas novedades sin dejar de lado el jazz, valiéndose del mismo personal de sus inicios: compañeros de estudio como la teclista Rosalinda de León, el batería Victor Lewis (autor del flamante estándard de fusión "The Legend Of Cheops" que grabaron tanto nuestro artista del día como el trompetista Woody Shaw) y el guitarrista de acompañamiento Hiram Bullock. Al mismo tiempo, Sanborn no sólo tiraba de su bien afinado Selmer alto, sino que también le entró al soprano y al "Lyricon" (saxofón electrónico precursor del EWI con el que hasta entonces sólo Wayne Shorter se había atrevido a experimentar). Y por primera vez en uno de sus discos, se empezaron a oir canciones con cara y ojos.
Con estos ingredientes se coció el álbum "Promise Me The Moon", un trabajo con una acogida modesta tanto en crítica como en ventas de la época (tres estrellas de la revista Rolling Stone y puesto nº 27 en la lista Billoboard de elepés de jazz). En él, instrumentales de diversos estilos y minutaje y tres canciones: dos cantadas por el citado Hiram Bullock (quien más tarde acabaría de liberar las cuerdas vocales en sus propios discos a partir de los años 80) y esta otra rareza en La menor compuesta y grabada originalmente por Danny "Kootch" Kortchmar, una figura aparentemente desdibujada dentro del rock americano de los 60 y 70 del que valdría la pena revindicar su legado. De hecho, "In A Stranger's Arms también encontró acomodo en otras voces como la disco-diva Yvonne Elliman, la banda de rock-soul Attitudes y hasta un australiano con pinta de pin-up buenorro llamado Jon Stevens.
Para esta lección de hoy en el blog, os contamos que, a primera escucha, este tema suena como si Sanborn se hubiera puesto en la piel de Don Henley de los Eagles y, tras echarse un whisky en el gaznate para olvidar acaso una pena de amor, le salieran inflexiones como de Joe Cocker, sin la voz raspada del británico pero igualmente apoyado por tres coristas de aire soul. En otras palabras, un tema resultón sin muchas complicaciones en lo armónico. Como veréis, el movimiento de acordes más relevante se halla en el pre-chorus y el estribillo, y una vez resultas las ideas de la letra, os queda un bordón en la tonalidad dada por el que los instrumentos pueden ir, por ejemplo, haciendo un "Q&A" entre ellos o una rueda de solos (8 compases si sois muchos tocando y hasta 16 si hay pocos).
En suma, el disco "Promise Me The Moon" y esta canción en particular son una experiencia sonora única e irrepetible por sus muchas particularidades dentro de la trayectoria musical de David Sanborn, en la que no sólo destaca su instrumento sino también su insospechada voz. Naturalmente, nunca sabremos qué habría ocurrido si el artista hubiera cantado más veces... ¡Pero aquí está una vez más Pop Up The Jam! revindicando las gemas ocultas y los discos de culto, què collons!
Como siempre, deseo buena práctica a todos los que me leéis y, más que nunca, besos al Cielo por mi David.
COMING SOON: estamos en la semana de Eurovisión, así que se viene temita de los de este este año. ¿Cuál será?
Se admiten apuestas.
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