Ha sido un mes y medio sin escribir absolutamente nada y, de repente, la fuerza de una canción me hace volver a mi propio blog y empezar este año 2024 aunque sea coincidiendo con el inicio este Nuevo Año del llamado Dragón de Madera, un Carnaval que se va... Y un Día de Enamorados/San Solterín que ya tenemos encima.
Veamos si el tal bicho cósmico de los chinos me insufla más fuego dentro para poder escribiros con más asiduidad. Lo cierto es que en el último mes he pasado por no pocos estados de ánimo que van desde la euforia por presenciar unas campanadas de Fin de Año diferentes en Dordrecht y bailar en el Rebel Rebel de dicha localidad a quedarme más de un día sin fuelle tras el trabajo y encadenar bajonas mentales por no ver respuestas a un par de anuncios que he colgado por ahí ofreciéndome como músico, con pensamientos invasivos relacionados con mi escaso progreso como tal en mi propio país, dudas de si retomar clases de música o mejor seguir algún curso de psicología de artista, ambas opciones sin garantías serias de que eso se traduzca en bolos y citas para grabar (yo también quiero queremos facturar cual Shakira con Bizarrap); tener que renovar documentos y, aprovechando justo este trámite obligatorio, tomarme unas más que merecidas vacaciones de mi puesto como almacenero en el Primark de Rosendaal y bajarme a casa de mis padres; dormir diez horas diarias, comer un poquito más, ver la peli "Respect" de Jennifer Hudson que dejé pendiente antes de salir a ganarme la vida a Países Bajos, releer al historietista alemán Ralph König, disfrutar como un enano de TODOS los candidatos del pasado Benidorm Fest (¡enhorabona Nebulossa y arriba las zorras en Malmö para la Eurovisión que viene!), tomar el sol de la mañana, re-desayunar con churros y chocolate a la taza en el mercadillo semanal de mi ciudad natal, ponerme al día con algunos amigos cercanos (gracias Nacho y Óscar); resarcirme del hambre de sexo en tierra extraña (gracias Lau, Dani y Luis), armar una cita pendiente desde el pasado octubre con mi psicóloga (hola, Carmina), una visita relámpago y casi anónima al Taller de Músics de Barcelona para conocer nuevos talentos que componen canciones y darme algún capricho en forma de vinilos de Herbie Hancock, Miles Davis, mis nuevos amiguitos holandeses Waan y Fangoria (¡ecléctica que es ella!).
Así que acá me tenéis, de vuelta al tajo y at last con el primer AFÍNATE del año. Una canción que me llegó la semana pasada como sugerencia en Spotify. Una banda con la pegada y la onda de otras nacionales como Lori Meyers, pero esta vez venida desde Baleares: así he descubierto a los JOVEN DOLORES.
Realmente, la comparación no es gratuita, pues ya la voz de su cantante David Serra invita al despiste, pues tiene un color y un nervio a caballo entre la de Noni López y Eddie Vedder. El cuarteto se arma con Joan Barbé (guitarra), Frederic Torres (bajo) y Joan Carles Marí. Cuentan con no pocos conciertos en sus maletas, fruto de proyectos anteriores que tuvieron relevancia como Statuas D Sal y Projecte Mut (éste último les llevó a poner banda sonora a la programación del verano de 2015 de Televisió de Catalunya y Catalunya Ràdio con la canción "Junts"), así como tres álbumes de estudio con esta formación: "Galopa Los Días" (2019), "Un Segundo" (2019) y "Querido Impulso", editado el pasado año y cuya avanzadilla fue justamente la canción de más abajo.
De este mismo álbum y como acicate para su actual gira de conciertos, Joven Dolores han regrabado dos singles con colaboradores de lujo: "Infinito Equis" junto a Jesús Cifuentes de Celtas Cortos y "Solo Repetir" con Iván Torres de los Efecto Pasillo (que se lanzará pasado mañana). ¿Y cuándo verlos en vivo? Sus próximos directos tendrán lugar en La Yesería de Murcia (16 de marzo), Sala Marte de Málaga (13 de abril) y Sala Moby Dick de Madrid (7 de junio). Y si preferís apartar unos ahorros para más tarde, la banda formará parte del line-up del próximo festival Sonorama Ribera en Aranda del Duero, ya a primeros de agosto.
Energía luminosa en la voz y en los arreglos, sencillez en los acordes (La menor) y una letra que es ideal para un San Valentín como este, tengas o no pareja. Una fórmula perfecta, vamos.
¡Re-bienvenidos a mi mundo y gracias siempre por leer!
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